Bienvenidos al BLOG creado por Epifanio Quirós. FOL, ECONOMÍA, EIE, RET. FOL-IESFOL: EL PELIGRO DE LA OBEDIENCIA

EL PELIGRO DE LA OBEDIENCIA

Antes de nada mi pequeña contribución y condena del asesinato terrorista que ha sufrido Charlie Hebdo.


Que este es un país de ladrones y corruptos no es discutible. La mayoría afirma que “todos somos iguales” y, aunque trato de explicar que no es cierta la afirmación, mi éxito es más que limitado. Quizá sea cierto.
El Derecho Administrativo tiene mucha culpa. Hemos confeccionado un país de “chulos” que siempre llevan razón y la imponen. Hemos aprendido, el resto, que así son las cosas y callamos quejándonos en el bar y desarrollando, para nuestra defensa, una estrategia de rapiña cuyo antecedente más casposo es el Lazarillo. ¿Qué fue antes el huevo o la gallina? La Administración que tiene todo y todo lo niega o el pillaje para defenderse de unos ciudadanos indefensos ante tan arrogante poder. No olvidemos que le poder que tiene la Administración no es originario sino por delegación.

El abuso está servido. La omnipotencia de la Administración es insaciable. En nuestro ordenamiento jurídico se basan en la coartada de “la defensa del bien común o interés general”.  Por ello, la Administración, goza de un privilegio que le permite estar por encima de cualquier otro particular. Pero ese hipotético bien común no existe cuando se trata de expoliar a los ciudadanos, origen del poder de la Administración, de sus derechos, de su libertad, de sus bienes e incluso de su vida. Todo el mundo sabe que frente al Estado (Central, Autonómico o Municipal) no hay nada que hacer. Y esto es preocupante.
Se niega al administrado el pan y la sal. Se desoyen sus quejas, sus peticiones, sus súplicas. El clásico “no hay dinero” sirve para denegar los derechos y hasta lo más vital: la vida.

Así están los enfermos de Hepatitis C con un medicamento-cura al que no pueden acceder y que se les niega a riesgo de perder su vida.
Por ello es escandalosa la primacía de las prerrogativas de la Administración frente a las garantías de los administrados. Máxime cuando son otros ciudadanos, que por encargo (funcionarios) o por representación (políticos) son los encargados de administrar ese interés general y que, en muchas ocasiones, están regidos por frías leyes o, incluso, por intereses particulares lejanos a la protección del bien común.
Se debe, sin ninguna excepción primar el interés de los administrados por encima de los intereses de aquellos que administran. Ese es el principal problema del Derecho Administrativo. El otro problema es la responsabilidad de la Administración y no de los que se encargan de administrar. Debe trasladarse la responsabilidad a aquellos sujetos que administran, de esa manera sabrán que administrar mal, negar derechos pedidos o actuar ilegalmente en beneficio propio o de allegados, supondrá una carga para ellos que no se podrá diluir en “la Administración”, en lo común, en lo que es de todos.

Hay tres estadios que explican el poder inmenso de la Administración y de los que en ella ejercen el poder y de la pasividad de los ciudadanos:

* Primero: La indefensión aprendida (Seligman y Maier): que tiene mucho que ver con la situación de indefensión, consiste en que cualquier animal “haga lo que haga, no puede predecir ni controlar la situación, con lo que aprende a no reaccionar de ninguna manera, aún cuando más tarde se le proporcionen herramientas para hacerlo”. Poco a poco ha calado en nosotros esta idea de no poder controlar lo que nos pasa. Es la  negación de nuestra propia responsabilidad y si no hay responsabilidad no hay culpa, luego nos sentimos estupendamente porque aunque todo nos vaya mal, “el culpable es otro”. Así en vez de evitar o escapar del problema o solucionarlo, porque somos responsables, nos inhibimos, ya que la situación y su solución no dependen de mi. Este estado nos lleva, o nos trae, a otros como la ansiedad cronificada, el estrés sin descanso y el miedo experimentado.

* Segundo: La pereza aprendida (Glen Jensen y Engberg): la segunda fase es tan dañina como la primera o más. Se trata de que hagas lo que hagas todo te va a ser dado, con lo cual ningún animal en su sano juicio aprende nada ya que va a recibir lo que necesita. Se anula la responsabilidad, la iniciativa, la  creatividad, el espíritu crítico… Todo para llegar al punto de que hagas lo que hagas no te va a faltar de nada. Cuando las circunstancias cambian es muy difícil encontrar otra vez el camino del esfuerzo, el sacrificio, la organización, la constancia.

* Tercero: La obediencia aprendida (Stanley Milgran y Thomas Blass): el experimento fue muy interesante aunque hoy nos parecería poco ético. Su hipótesis consistía en saber si las personas normales y corrientes serían capaces de llegar a realizar las mismas atrocidades que hicieron los nazis bajo la excusa de la obediencia debida. Preguntó a psicólogos, estudiantes y personas de clase media cuál sería el resultado; todos dijeron que excepto un porcentaje reducido de psicópatas, nadie accedería a dar descargas eléctricas a otro ser humano hasta causarle un daño exagerado e incluso la muerte. 
El resultado fue desalentador. Un 65 % de los que accedieron al experimento dieron la descarga máxima a otro ser humano, o eso creían; nadie se negó en rotundo a realizar actos tan agresivos y salvajes y un gran porcentaje se negó a responsabilizarse de lo que hacían escudándose en la obediencia debida. 
Pero la advertencia de no hacerse responsable por ser obediente no exime de responsabilidad.



Debemos reaccionar, despertar, asumir nuestras responsabilidades y plantar cara a aquellos que, amparándose en la  obediencia debida, en el interés general o en cualquier otra razón, quieren imponer al resto cargas insoportables e inasumibles. Tolerancia cero para quienes actúan contra la ética universal, contra la libertad conseguida a base de muerte y sufrimiento y contra quienes nos quieren robar nuestros derechos y hasta la vida.

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